viernes, 26 de agosto de 2011

MIRADAS INFANTILES

Si bien es cierto que desde el inicio me cautivó la sociedad saharaui, no lo es menos que son los niños los que despiertan mayor interés en mí.
En estos territorios, la cuestión de la natalidad forma parte de la estrategia de las instituciones públicas; al igual que en otras partes del mundo, como la Franja de Gaza.
Los saharauis no pierden la esperanza de que de una manera u otra, antes o después, se celebre el Referéndum (que lleva estancado más de 20 años) que les dé la posibilidad de ser un país independiente. Si se diese el caso de que se celebrase, entonces sería esencial que hubiese el mayor número de votos posibles  a favor de la independencia. Marruecos “lucha” para que, si se celebra la consulta popular, los marroquíes asentados en el Sahara Ocupado, también puedan votar (se entiende, que en contra). Por tanto, ganaría esta batalla, quien tenga más votos de su lado, y eso implica más gente = más nacimientos.
Si a esto sumamos, que hay una laxitud en conceder divorcios y en volverse a casar ( y que, con cada nueva esposa, se intenta tener descendencia), la consecuencia es que hay un gran número de churumbeles corriendo descalzos por las calles de todas las wilayas.
Cuando voy a una distribución, es realmente divertido ir con el coche por  la ciudad. Salen niños por doquier, para ver y saludar a una blanca que deja al descubierto sus brazos, va con pantalones y no tiene reparos en enseñar su cabello. Me dedico a saludar desde el coche, como si fuese la Reina Isabel II cuando acude a un desfile por todo Londres. Y cuando ven como mueves la mano, muestran una sonrisa que abarca toda su cara, y corresponden agitando también su mano (los más deportistas, lo hacen al mismo tiempo que corren)
No somos muchos los extranjeros que pululan por los campos de refugiados.
Los niños saharauis, tienen los ojos muy abiertos, yo creo que es porque tienen mucha curiosidad. Cuando bajo del coche,  sé que saldrán a mi encuentro varios de ellos. Al principio, son un poco tímidos. Desde la distancia te dicen alguna palabra en español, que han aprendido de sus vacaciones en España, para captar tu atención. Si les pides que se acerquen, se muestran dubitativos, pero cuando les replicas con alguna palabra en hasanía (mal dicha y con acento español) sabes que vas a provocar su risa y que, viendo tu torpeza intentarán corregirte.  Al principio, intentaba mejorar mi acento, para que pudiesen apreciar los resultados de sus lecciones, pero viendo que mis esfuerzos eran inútiles, en vez de mejorar, intento hacerlo peor, para que se rían más a gusto.
Y en cuanto sacas tu cámara, provocas el delirio entre ellos. Todos quieren posar para ti y ver las fotos que has tomado de ellos y de sus amigos. No tienen muchas ocasiones de verse reflejados en una pantalla de 3 pulgadas. Así es que es una fiesta que una occidental se dedique a estar con ellos y a inmortalizarlos para la posterioridad.
Lo que me sorprende mucho es el gran respeto de los pequeñajos hacia los mayores. No hace falta gritar, ni castigar, ni repetir una orden 850 veces. Basta con que un adulto le diga a un niño que no hay que hacer algo, y por arte de magia… obedece!!! Y no sólo a los adultos, también a los hermanos mayores se les respeta mucho. Es habitual que los niños no puedan ver la televisión, escuchar música, bailar… si está su padre en la misma habitación.
Se pasan horas y horas fuera de casa, sin más juguete que su imaginación. Y no tengo la  sensación de que se aburran mucho sin su PlayStation, ni su televisión en el cuarto.

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